viernes, 23 de abril de 2010

Carta Pública a María Domínguez, fiscal

Distinguida fiscal María Domínguez:

En la prensa televisiva del lunes, 19 de abril de 2010, se reseñó que usted participó en el acto convocado por la Fundación Rafael Leónidas Trujillo, que se realizó en la noche del domingo, 18 de abril 2010, en la Casa de España, ubicada en San Juan, para presentar el libro “Trujillo, mi padre... en mis memorias”, de la autoría su madre, Angelita Trujillo, donde se hace una apología de su padre, y en su caso, de su abuelo Rafael Leonidas Trujillo. Además de dar cuenta de su presencia y la de algunas personalidades mediáticas, más de otras figuras vinculadas a la judica-tura federal, se reseñó que un grupo de ciudadanos dominicanos realizaba en las afueras del lugar, una manifestación o vigilia, por la memoria histórica y por los asesinatos cometidos bajo el régimen trujillista en la República Dominicana. Al referirse a los manifestantes expresó usted, que entendía que los allí presentes ejercían sus derechos democráticos.
Queremos, antes que nada, explicarle el motivo de nuestra misiva. Desde hace unos meses, en el contexto de un juicio histórico escenificado en Puerto Rico, y fungiendo usted como parte del equipo de fiscales federales, tuvimos la vaga noticia de que usted era dominicana o, al menos, de origen dominicano. Independientemente de lo que pensáramos sobre juicio en el que usted parti-cipaba de manera protagónica, nos resultó significativo el que una profesional de origen domini-cano llegara a ocupar un puesto de esa envergadura. Esto último debido, a que como usted sabe, los miembros de la comunidad dominicana en Puerto Rico no siempre logran posicionarse en ocupaciones de ese relieve, ello por emplearse la mayoría de sus miembros en escenarios laborales de otras categorías de menos prestigio social. Más adelante nos enteramos que usted era hija de la señora Angelita Trujillo, hija menor de Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Muy a pesar de la connotación negativa que pesa en suelo dominicano sobre el apellido Trujillo debemos confesarle que su abolengo, aunque no dejó de llamarnos a la atención, nos pareció in-trascendente, pues pensamos que los hijos y muchos menos los nietos, no tienen la culpa de las acciones, malignas o benignas, de sus antecesores: nadie escoge a sus padres biológicos y nadie es responsables de las conductas de ellos, ya sea antes o después de que un sujeto, hembra o varón, viene al mundo.
Al momento de enterarnos, a través de los medios, de sus orígenes familiares entendimos que ejercía usted profesional y legítimamente su derecho al trabajo como abogada competente y de-jaba en el orden privado su pasado familiar. Pero cuando la vimos llegar al acto convocado por la Fundación Rafael Leónidas Trujillo, la noche del 18 de abril, y luego de escuchar lo que reseña la prensa, creemos que es necesario que le escribamos estas líneas con la finalidad de que usted nos aclare algunas dudas que tenemos y que compartimos con innumerables ciudadanos dominicanos y puertorriqueños.
Nos preguntamos si su presencia en el acto de enaltecimiento de las acciones de un dictador, co-mo Trujillo, que es considerado en todo el mundo como un genocida (en 1937 ordenó asesinar a 18 mil haitianos), que suprimió los derechos civiles de los dominicanos por treinta años, que en-carceló y torturó a miles de ellos, que lanzó al exilio a miles de sus compatriotas, que abusó de decenas de mujeres dominicanas, que usurpó --sin méritos alguno-- todos los títulos académicos que enaltecen las profesiones y el saber, que se apropió ilegalmente de casi toda la riqueza colec-tiva del pueblo dominicano, que traicionó a sus amigos y a su país, que tronchó los sueños de niños y niñas y otros etcéteras crueles, viles y malignos. Igualmente que asesinó a los escritores Ramón Marrero Aristy, José Almoina y Francisco Requena y que, igualmente, cometió actos te-rroristas como el secuestro, en Nueva York, y posterior asesinato del profesor vasco Jesús de Galíndez, y la bomba que bajo sus órdenes fue colocada en el automóvil del presidente venezo-lano, Rómulo Betancourt; nos preguntamos si usted, repetimos, rechaza esas acciones o por lo contrario está de acuerdo con su progenitora, la señora Angelita, quien expresó a la prensa --tratando de higienizar el pasado --, que sobre su padre, (Rafael Leónidas) se habían dicho muchas barbaridades.
Usted debería aclarar, no sólo a nosotros, sino al orden democrático que representa o debe repre-sentar, si cree en la democracia y en los derechos de los ciudadanos, como los que nos citamos a protestar por la actividad convocada en nombre de un Dictador; porque nos parece, contraprodu-cente que alguien que debe velar por los derechos y leyes ciudadanas, asista a actos abominables, donde se enaltece a alguien que violó los derechos humanos impune y sistemáticamente y que fue condenado por la comunidad internacional, incluso por los Estados Unidos, país a quien usted representa aquí en Puerto Rico.
Otro aspecto que nos parece capital y que usted debería esclarecer públicamente, es si el desplie-gue de poder que su madre realizó con el apoyo de recursos del ELA, que trataron a su madre como una Jefa de Estado; cuando es sabido que la señora Angelita Trujillo ni ha realizado con-tribuciones a la vida política ni ciudadana, ni a las letras, ni nunca ha sido elegida por algún con-sejo, recibe un trato preferencial y un reconocimiento que sólo le puede otorgar el ser la hija de Rafael Leónidas Trujillo. Debería aclarar usted si ese acto (que implica uso de los fondos públicos para escoltarla) fue realizado por su potencial influencia y por la posición que usted ocupa en la corte federal de San Juan.
Su participación es este acto nos ha dejado la impresión que ha empezado usted a dejar de ser una persona dedicada a sus diligencias profesionales y que, en cambio, busca influir en la política a través de una imagen nostálgica del siniestro Dictador y que solicita el apoyo de personas de la comunidad dominicana en Puerto Rico, para que apoyen un acto vergonzoso para la dignidad de los dominicanos y de los puertorriqueños que creen en la democracia. Eso, porque entendemos que con actos como el referido se pretende borrar el legado de las familias que lucharon por la democracia a la que usted se refirió en sus declaraciones.
Como le expresamos más arriba, usted no es responsable de las acciones criminales que realizó su abuelo Rafael Leónidas Trujillo. Pero cuando asiste a una jornada donde se enaltecen sus ac-ciones pasadas entonces se hace sospechosa de que las aprobaría. Está demás decirle, que las ac-ciones humanas pueden ser valoradas en el terreno de la ética y la moral. Y que los hechos para-digmáticos son aquellos que propician el bien, la seguridad, la solidaridad, la convivencia y el respeto a las diferencias con los demás. Ninguno de esos valores tuvo Rafael Leonidas Trujillo. Creemos que si los familiares de Trujillo quieren participar en la política deberían reconocer el pasado de terror de su familia (Rafael, Negro, Petán, Ramfis y Radamés), quienes mancharon con sus actos criminales y de abusos la histórica en la República Dominicana.
Creemos que si los Trujillo quieren intentar ganarse algún tipo de simpatía pública, deberían en-tonces empezar por pedir perdón por los actos retorcidos, atroces y sanguinarios cometidos. De-berían los Trujillo, igualmente, empezar por devolver la riqueza (unos 800 millones de dólares que fueron sustraídos a los dominicanos cuando ese país era una finca personal de los Trujillo). Deberían, también, resarcir, a la mayor cantidad posible de familiares de los perjudicados por la familia Trujillo durante treinta años. Porque quizás sólo así, los herederos más lejanos de la fa-milia Trujillo podrían empezar a ser dispensado por la sociedad dominicana. Fue demasiado el daño ocasionado por Trujillo para intentar ahora borrar la memoria histórica. Pero no hemos visto ni un solo indicio de que esa intención exista, sino todo lo contrario, vía la Fundación Rafael Leonidas Trujillo.
Creemos que ya es tiempo de que finamente olvidemos a Trujillo, que la sociedad dominicana se destrujillise, pero cuando casi medio siglo después eso podría ser una posibilidad, aparece la Fundación Rafael Leónidas Trujillo que pasea a un fantasma como cadáver exquisito y pretende realizar actividades políticas. Le pedimos que ya sepulten y olviden la sombra del Dictador, pues su recuerdo no es nada agradable. Nos parece que ni en República Dominicana ni en Puerto Rico podrán los Trujillo levantar un movimiento de reivindicación de la figura del tirano que lo re-habilite ante la historia. Los hechos empíricos y estadísticos que censan el mal que causó Trujillo no lo pueden borrar las palabras. Si sus actividades, no tienen el propósito que aquí expresamos, creemos entonces que el fin es levantar fondos con la venta del libro. Macabro resulta entonces que una de las hijas del opresor pretenda recabar dinero con el relato (o la defensa) de los hechos atroces cometidos por su padre.
Queremos dejarle claro que nuestra voz de protesta no va dirigida a enfrentar el libro de la Sra. Angelita Trujillo, ya que no auspiciamos ningún tipo de censura en contra de la palabra escrita porque creemos firmemente en la libertad de expresión. Nuestra voz de alerta se lanza hacia la Fundación Rafael Leónidas Trujillo que con actividades como las que auspiciara en San Juan intenta empañar la memoria histórica de aquellos que padecieron en carne propia los efectos san-guinarios del dictador Trujillo.
Nos compete expresarle, que nuestro interés no guarda ninguna animadversión personal hacia usted. Pues como le hemos expresado antes, no es usted responsable de los hechos que pertene-cen al pasado de su abuelo Rafael Leonidas Trujillo, pero todos somos compromisarios cuando lo tomamos como acciones ejemplares para los otros. Debe recordarse que Trujillo no es un modelo de nada, sólo de Dictador.
Finalmente, le pedimos encarecidamente que reniegue usted de los hechos de lesa humanidad, contra el orden democrático y los derechos civiles, cometidos por el Dictador y cobrara ante nuestros ojos la estatura de profesional y de ciudadana que representa los principios de una sociedad, abierta, democrática y tolerante. De lo contrario, empezaríamos a pensar que estaría usted dispuesta, como Rafael Leonidas Trujillo, a perseguirnos y acosarnos por nuestras ideas, como él lo hizo, brutal e implacablemente, contra dominicanos, haitianos, españoles, puertorriqueños y venezolanos.

Muy civil y democráticamente,

Dr. Miguel Ángel Fornerín, escritor y profesor universitario
Dr. Eugenio García Cuevas, escritor y profesor universitario
San Juan, Puerto Rico
22 de abril de 2010

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http://www.scribd.com/doc/30387938/Carta-a-Maria-Dominguez-fiscal

1 comentario:

Alberto dijo...

Fornerin: Deseo expresarte mi apoyo a tu carta.

Alberto Martinez-Marquez, Departamento de Humanidades, UPR-Aguadilla